El perro que fue despreciado en más de 20 dialectos

Mañana tendré la oportunidad de realizar mi sueño: Visitar los países más importantes del mundo —le decía Firulai a su pandilla, mientras le escuchaban atentamente.
Firulai era un ser muy valeroso, entusiasta y soñador, y lo más importante, él era un perro. Sí, el protagonista de esta historia es propio del reino de los canes. Nadie sabía con exactitud a qué raza pertenecía y cuál era su origen. Su pelaje era color blanco como un delicioso hueso, pero toda la suciedad que le cubría le hacía parecer que usaba un abrigo color café. Las costillas le resaltaban en su costado debido a la dieta forzada que vivía. Su pandilla estaba conformada por otros perros, igual de callejeros como él, a quienes veía como su acogedora familia.
—Me enorgullece mucho el hecho de que te hayas decidido ir a esa tal UCA para poder visitar gran parte del mundo —dijo Bailarín, un perrito chihuahueño muy simpático y travieso—. Espero que puedas traer recuerdos a todos en tu regreso.
—Nosotros también deseamos eso —gritaron en coro el resto de los perros.
—No se preocupen claro que lo haré. Ya deseo que termine esta “noche de perro” para poder emprender mi gran aventura— finalizó Firulai la conversación. 
Al amanecer siguiente, Firulai emprendió su viaje. Partió desde los semáforos de Rubenia hasta la Universidad Centroamericana, donde se realizaría la Feria Internacional de la Cultura y la Amistad (FICA). Mediante un rumor que escuchó de los hombres se dio cuenta de este evento, y al saber que estarían más de 20 países, no dudo en hacer todo lo posible por asistir. “Será una excelente oportunidad para aprender mucho y así alimentar a mi cerebro y mi curiosidad, y por supuesto, mi estomago también disfrutará”  pensó.
Muchos creen que los perros son brutos y sin rasgos de decencia. Estas personas se equivocan. Nuestro protagonista era un digno ejemplo de un animal inteligente y educado.
—Será fácil entrar a este sitio —se dijo Firulai cuando había llegado a la UCA— Muchos de mis amigos que habitan esta zona me han dicho que los vigilantes son personas muy distraídas.
Todo fue como se presuponía. El vigilante que cuidaba la entrada principal ocupaba toda su concentración en pedirle a una muchacha bonita que le presentase su carné. Firulai agradeció la actitud galante del hombre, y una vez adentro, se mofó de él a través de unos cuantos ladridos: “wuau, wuau, wuau” pronunció.
Tras haber dado unos cuantos pasos había llegado al punto en que se concentraban todos los países, y donde la muchedumbre se reunía. A pesar de sentir cierto temor a la gente, esa vez no le importó, porque estaba dispuesto a realizar su sueño de viajar.
Llegó primero a Estados Unidos, donde encontró a tipos bastantes blancos y con cabellera rubia que se mostraban ante su audiencia como personas bastante amables y generosas. Pero, entre ellos, se encontraba uno de piel morena y rasgos muy similares al de un nicaragüense, estaba más sonriente que nadie —Este ha de ser el famoso Obama, el primer presidente afroamericano. He oído que él es muy pacífico, por algo es merecedor de un Nobel de la Paz —pensó Firulalí—. Me acercaré para pedirle algún consejo que me transmita su sabiduría.
Al hacer esto, Firulai empezó a ladrar y ladrar, pero por más que lo hacía, este ni le volteaba a ver. Lo único que consiguió fue llamar la atención de sus “guardaespaldas”.  ¡“Scared away this nuisance immediately!” se dijeron estos entre sí. A punta de patadas nuestro perro fue corrido por los gringos, y fue allí cuando se dio cuenta de su verdadera personalidad. Mientras tanto, el presidente Obama seguía sonriendo como siempre…, era de esperarse, ya que después de todo solo se trataba de un trozo de cartón.
Firulai busco auxilio en Alemania, y se rió de la manera en que vestían. Hizo todo lo posible para disimular su risa, y así no se mal tratado de nuevo. Le llamó la atención, la forma en que los estudiantes gastaban su dinero en chocolates y otras golosinas, sin importar su alto costo. En ese momento deseo llevar consigo por lo menos unas cuantas monedas. Dispuesto a no velar más el alimento de otros, decidió retirarse rumbo a otro país, antes que le gritasen: ¡Gehen schmutzig hier!
Llegó a España, y esperaba ser atendido cordialmente, pero no fue así. Desde que los españoles le ahuyentaron a punta de insultos, supo por qué razón ellos tienen una fama de discriminadores. “Ya veo que no solo discriminan a los negros, sino también a los perros. Menos mal que no soy un perro de pelaje negro porque el castigo sería doble”, pensó. Con esta idea se alejó de este país, mientras sus habitantes gozaban de tan lindo día.
Firulai continuó su viaje a pesar del hambre que le invadía. Había llegado a China, y más que sentirse alegre se sintió temeroso y con muchos nervios. “No, yo no soy como esos humanos que están felices con aquellos chinos. A mí no me engañan tan fácilmente”, pensó. Nuestro querido perro había recordado la historia que le relató una vez un amigo de la calle: “Nunca te recomiendo que visites China. He leído en libros que ellos disfrutan comer la carne de perro. Son tan despiadados que primero los domestican para luego deleitarse con un excelente banquete. Es más, hasta hacen vídeos crueles en donde graban sus fechorías”, le dijo una vez Cerebro, quien se caracterizaba por ser bastante estudioso y sabio. Firulai a pesar de ser amante del arte, de los buenos bailes y de las escritura fina, decidió retirarse. No quería correr el riesgo, y poco le importó que hubiese perdido la oportunidad de bailar La danza de las gaviotas, y de ver escrito su nombre con letras chinas.
Ya había transcurrido medio día, y nuestro protagonista aún no estaba satisfecho. Visitó otros países como Holanda, Irlanda, Cuba, México, Korea, Venezuela, El Salvador, Colombia e Irán, pero el resultado siempre era el mismo: Terminada siendo rechazado con insultos, y una que otra patada. Le gritaron “¡Uchu, perro, vete de aquí!” en casi todos los idiomas. Solo le quedaban dos países pendientes,  Francia y Nicaragua; este último lo visitaría, obviamente, tras su regreso por viajar en casi todo el globo terráqueo. En estos esperaba encontrar algún recuerdo para llevar a sus amigos.
Cuando llegó a Francia, el país del amor, le emocionó la idea de que sería bien atendido. Se acordó de su admirado San Roque, el santo a quien reconocía como un  justo y un amigo de los perros. “Mi abuela estaría orgullosa de saber que estoy visitando Francia, la tierra en que nació nuestro amado San Roque. Espero que todos los franceses sean como él”, pensó. Lamentablemente, las actitudes parisienses no fueron como las esperaba Firulai. Los habitantes de esta Francia del siglo XXI, estaban tan apegadas a su concepto de la moda que con solo ver al pobre Firulai, todo sucio y apestoso, sintieron náuseas y disgusto. “¡Cela me fait chien malade malodorante. Vous devez le chasser immédiatement!”, dijo una de las francesas, aprovechando que ninguno de sus oyentes podía entender su idioma. Dicho esto, Firulai se fue más decepcionado que nunca, mientras una lágrima se escurría por su hocico y esperaba que San Roque se le apareciera.
Como ya dijimos, la Tierra de Lagos y Volcanes era la última escala en el recorrido de Firulali. La hospitalidad que presumen los nicaragüenses no se aplicó en él. Ellos solo estaban preocupados por vender sus productos a elevadísimos precios para así poder enriquecerse. Ya eran casi las cinco de la tarde, y los vigilantes al haber terminado de chismosear y de comer todo lo que les mandaban, empezaron a cumplir su labor. Él hambriento y melancólico perro no tuvo de otra que regresar con su pandilla con las patas vacías, esperando ser comprendido.
Una luz de esperanza se iluminó en los ojos de perro de Firulai al ver por los pasillos de la UCA, unas bolsas negras repletas de desperdicios de comidas. Para él representaba un delicioso banquete, aunque tuvo el coraje de controlar su hambre, y así no comer absolutamente nada. Estaba decidido a guardar todos esos desperdicios de arroz, tortillas, huesos y caramelos para sus amigos. A pesar que él hubiese sido despreciado en más de 20 dialectos, no dejaría de transmitir amor y generosidad en su lenguaje de perro.


0 comentarios:

Publicar un comentario

• Forma parte de este Diario no solo con tu lectura, sino también al dejar tu opinión en un comentario • Todos los comentarios son bienvenidos y respondidos • Conversa con este Principito

¡Comparte a este principito!
>