¿Quién seremos en esta Navidad?

Ante la llegada de una nueva navidad, fecha en que recuerda el nacimiento de Jesús, el Mesías, surge, en quienes dicen celebrarla, la interrogante de cómo prepararse para esta celebración.
Por lo general, lo primero en qué se piensa es en la nueva mudada que se compra en los días de ofertas (cómo dudar en la “magia” de la navidad publicitaria cuando esta trae consigo tantos descuentos). Luego, los planes navideños giran en torno a la decoración de la casa con el reluciente árbol que mal imita a un pino, con las multicolores lucecitas que tanto benefician a la compañías de energía eléctrica, con las estatuillas de yeso que son utilizadas para que todo se vea más bonito, y con los muñequitos de nieve y de Santa Claus que parecen estar perdidos en otra cultura. Tras terminar este paso, se espera alegre y vanidosamente que los vecinos y los demás curiosos se impresionen al ver tan bonita y llamativa ornamentación. “¡Qué decoración tan preciosa, se nota que a esta familia sí les gusta celebrar la navidad!”, es lo que suelen decir. El banquete de medianoche (o de un par de horas antes), es lo siguiente que se prepara. En esta cena, se busca cocinar la gallina más gorda que se encuentre en el supermercado, y unas cuantas botellas de licor ayudan a “despertar” el espíritu festivo. Por último, el reventar en las nubes de los fuegos artificiales, mientras se escucha la melodía de “…faltan cinco pa las doce…”, es lo que se planea. Antes, uno pensaba en los presentes que se regalarían a los seres queridos, ya sea por interés o por un verdadero afecto, pero ahora esto ya no se  hace, debido a que este mundo cada vez se está convirtiendo en más egoísta.
Por si mi tono anterior no fue lo suficientemente sarcástico como para expresar que esta no debe ser la forma en qué uno debe prepararse para recibir la llegada del Salvador, a continuación lo expreso de una manera más directa: Cuando el Niño Dios llega a nuestros hogares, no  desea encontrarse con una casa llena de lujos inservibles y excesos de actitudes materialistas. Él espera ver en nosotros un espíritu lleno de paz y amor, donde la humildad exista y haya un espacio reservado para él. De esta manera, Jesús se sentirá tan acogido y feliz como lo fue en aquel sencillo pesebre, en que nació hace más de 2000 años.
A propósito, acerca de este acontecimiento que sucedió par de milenios atrás, sería bueno recapitular sobre algunos de los personajes que fueron partícipes de tal hecho. De esta manera, tendremos un pequeña guía que nos ayude a elegir quién seremos en esta navidad que se aproxima y en las siguientes que vengan.
Ser como el dueño de una posada en Belén
 Tras un largo viaje, desde la ciudad de Nazaret hasta Belén, que habían hecho los padres de Jesús, la Virgen María, quien estaba a punto de dar a luz, y José,  buscaron refugio en una posada que encontraron en el camino. Al no encontrar sitio en ésta, tuvieron que pasar la noche en un pesebre, en donde las vacas, los burros y los demás animales del corral descansaban. Fue allí donde el Niño Dios nació.
¿Cuántas navidades hemos actuado como el dueño de esa posada? Muchas veces preferimos dar hospedaje a otros asuntos menos importantes, como el árbol navideño, la cena de medianoche y las esferas coloridas, que nos olvidamos de reservar un sitio en nuestro hogar en que el Mesías s  e sienta cómodo. De esta forma, pasamos la víspera de la Noche Buena con nuestro corazón repleto de vanidades, de gula, de rencor, de odio, de falta de amor, de miedo, de egoísmo, de mentiras, de ira y de hipocresía que nunca dejamos un espacio para que Jesús entré.
Estoy seguro de que en esta Navidad no debemos ser como el dueño de esa posada en  Belén. Mejor seamos todo lo contrario, para que de tal forma, el Niño Dios habite nuestro corazón que estará lleno de paz, de amor y de bondad.
Ser como los ángeles del Señor
 Tras el nacimiento del Niño Dios, fue un ángel del Señor el que anunció a unos pastores la llegada del Mesías, quien se encontraba envuelto en pañales y acostado en un pesebre. A este, se le sumaron otros seres celestiales que cantaban y alababan a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor”.
Si lo intentamos, es posible ser como estos ángeles, aunque sin duda alguna es una tarea bastante difícil, y sobre todo, cuando nuestro corazón no es tan servicial como él de ellos. Pero, en el caso que sea así en esta Navidad, no dudemos en transmitir la alegría de la llegada de Dios. Compartamos con nuestros amigos y  no amigos la felicidad que se siente al llevar a Jesús en nuestra alma. Y lo más importante, no nos afrentemos de alabar a gritos las maravillas que hace el Señor.
Ser como los pastores
Los pastores fueron los únicos humanos a quienes el ángel del Señor les avisó, personalmente, el nacimiento del Mesías. Ellos, unos seres pecadores, pero humildes y bondadosos, glorificaron a Dios en aquella Noche Buena. Con cánticos de alegría, se acercaron al sitio en que Jesús se encontraba, y al ver a José y a María, le contaron la manera en qué habían llegado a donde ellos.
En esta Navidad, podemos ser como los pastores. A pesar del pecado que hayamos cometido siempre seremos aceptados por Jesús, al demostrar el júbilo que sentimos en su presencia. Del mismo modo que ellos, entonemos un cántico que le glorifiqué, y seamos los suficientemente humildes y bondadosos para no pasar por alto el lugar en donde encontraremos a Jesús. Por supuesto, Él está en todos lados, pero al seguir el camino del bien y del amor será difícil que nos separemos de Él. ¡Seamos como los pastores!
Ser como los sabios del oriente (o Reyes Magos)
Después del nacimiento de Jesús, unos sabios del oriente fueron en búsqueda del Mesías, el Rey de los judíos, guiados por una estrella que habían visto en su tierra natal. Al llegar a su casa, le adoraron postrados en tierra, y le ofrecieron oro, incienso y mirra como regalos. Tras su partida, fueron avisados por un ángel del Señor para que regresaran a su tierra por otro camino, ya que el rey Herodes los buscaba con malas intenciones.
En este diciembre, podemos ser como los Reyes magos, quienes simbolizan la adoración que recibió el Niño Dios por parte de otras culturas, porque Él no discrimina origen ni color ni religión ni edad ni sexo. Él es un Padre de todas y todos.
Seamos como los sabios del oriente al ofrecerle a Dios todo lo que tenemos, y así nos despojaremos de esos excesos materiales que  nos alejan de la sencillez y de la inocencia. Entreguémosle nuestra mirra, nuestro oro y nuestro incienso. Pero hagámoslo en el Dios que se manifiesta en los pobres y en los necesitados. Démosle a ellos, en esta Navidad, ese presente caritativo que tanta falta les hace. Cosechemos una sonrisa en el triste. Un juguete, un plato de comida, un par de pantalones, una sábana… cuando son entregados con amor y sinceridad es capaz de conseguir tal alegría.
Seamos como los sabios del oriente quienes a pesar de ser perseguidos por el rey Herodes (la representación del maligno) no dejaron de adorar a Dios.
Ser como el rey Herodes
El rey Herodes, al sentir envidia y miedo por la llegada del verdadero Rey de los judíos, decidió exterminar al Niño Dios. Es por ello que mandó a matar a todos los menores de dos años que habitasen Belén y sus alrededores. Fue de esta manera como recibió al Mesías. Por obra de Dios, la Sagrada Familia no se encontraba en este sitio cuando ocurrió tal matanza, sino se hallaban en Egipto, gracias a que un ángel del Señor les advirtió sobre esta tragedia.
Cuántas veces hemos recibido a Jesús de la misma forma en que Herodes lo hizo, y mediante nuestras ofensas, chisme y calumnias tratamos de destruir la dignidad e integridad de otra persona. Muchas veces, también nos negamos a reconocer el consuelo y la compañía que Jesús nos puede brindar. Y mediante nuestra falta de fe, queremos eliminarlo de nuestros pensamientos y de nuestro ser. No seamos como Herodes, al creernos más que el mismo Dios: al creernos más que nuestro hermano, que nuestro amigo y enemigo. Todos somos iguales. No seamos como Herodes, al estar llenos de ambición y egoísmo, y mucho menos al tener deseos de eliminar al prójimo.
Ahora bien, ya que conocemos las peculiaridades de los personajes que participaron en el nacimiento del Niño Dios, podemos elegir a cuál trataremos de ser para estar bien preparados para la noche buena. Pero, por si todavía no están seguros cuál quieren ser, el siguiente vídeo del maestro Chespirito, ser humano de reconocible bondad, les ayudará en su elección. Aún así, recuerden que pueden ser más de un personaje.
Quisiera haber sido un pastor

Quisiera haber sido un pastor
de aquellos que en la noche buena
llegaron a ver a Jesús
siguiendo la luz de un estrella

Quisiera haber sido un pastor
quisiera haber ido esa noche
con una canción en mi voz
para el niño Dios niño pobre

Yo sé que también hubo reyes
y ángeles alrededor
no obstante esa noche tan solo
quisiera haber sido un pastor

Quisiera haber sido un pastor
haber acudido al pesebre
cantando con el corazón
alguna canción muy alegre

Quisiera haber sido un pastor
de aquellos que alegres corrieran
y no olvidarían jamás
la noche de paz noche buena

Yo sé que también hubo reyes
y ángeles alrededor
no obstante esa noche tan solo
quisiera haber sido un pastor

Quisiera haber sido un pastor

(Roberto Gomez Bolaños)

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